“Ese pobre diablo NO es tu peor enemigo”

     Por años he escuchado que Satanás es el culpable número uno y la causa principal que las personas utilizan para justificar errores, malas decisiones, estancamiento en algún área de la vida y aún los pecados cometidos. 

     ¿Pero realmente será cierto esto? La Biblia declara que Satanás está derrotado (Colosenses 2:15) y que no tiene parte ni suerte en nuestras vidas.  Es imposible, y sería contraproducente, que él fuera el causante de todos nuestros problemas, errores y todo lo antes dicho. Sin embargo la Biblia enseña que no debemos darle lugar al diablo (Efesios 4:27)

     Por otro lado el Apóstol Pablo le dice a Timoteo “Cuídate de ti mismo; porque si haces esto te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. (1 Tim 4:16) . Esto nos deja claro que tenemos que luchar DIARIAMENTE con nosotros mismos; y esto nos convierte a nosotros mismos en el enemigo número uno que tenemos. ¿Por qué? Porque nuestra naturaleza carnal no está derrotada y tenemos que someterla y vencerla diariamente.

     Es una batalla diaria, por eso Jesús declaró “toma tu Cruz día a día y sígueme “ (Lc. 9:23) El campo donde se libra esta batalla diaria es nuestra mente, en nuestros pensamientos.  Nos convertimos y terminamos haciendo aquello que hemos estado pensado. Los pensamientos que alimentamos hoy son los frutos del que comeremos mañana. 

     “…pues como piensa (una persona) dentro de sí, así es”. Pr. 23:7 

     Aún nuestra expresión de amor nace de nuestro nivel de pensamiento. 

     “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—“. Mt. 22:37

     El amor y el afecto que expresamos con acciones nace de nuestro interior y de nuestra nivel de pensamiento. Dios deja claro que debemos amarlo con nuestra mente. También que nuestros pensamientos y los pensamientos de él son diferentes; sin embargo nos invita a que cambiemos nuestro nivel de pensamiento y que tengamos la mente de Cristo (Fil. 2:1-11)

     “Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el Señor—.” Is. 58:8 

Y añade: 

     “…los pensamientos que tengo a cerca de ustedes son buenos… porque tengo un futuro de esperanza para ustedes “.

Jeremías. 29:11

     Si realmente queremos ser eficaces en lo que hacemos, y deseamos prosperar y avanzar en cada área de nuestras vidas, entonces es vital y necesario que  nuestros pensamientos y mente  NO sean como los del mundo. 

     “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. Romanos. 12:2

     Debemos hacer todo lo contrario. Nuestro ejercicio mental de manera continua debe ir dirigido a todo lo que edifica, lo que honra a Dios y lo que bendice a nuestro prójimo.

     “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. En esto ejerzan el pensamiento. (Filipense 4:8)

      Entonces la palabra de Dios nos revela los siguientes postulados:

1. El nivel de pensamiento  nos ubica en un área de influencia y de acción.  

2. Nuestras acciones determinan los resultados que tendremos en la vida y aún nuestro destino.

3. Nuestra salud, paz y bienestar, y aún el éxito que alcanzamos, está determinado en gran medida por nuestro nivel de pensamiento. (Isaías 26:3)

4. Los pensamientos son como una planta que crece. El pensamiento que alimentamos hoy será el fruto del que comeremos mañana. 

5. Pensamientos desordenados (incorrectos) conducen a pasiones desordenas (acciones).

     El fruto y los resultados que tienes en tu vida hoy te revela los pensamientos que alimentaste ayer. Y los pensamientos que estás alimentando hoy te anuncian qué rumbo llevarán tus pasos mañana. 

     La palabra de Dios no enseña la importancia de ejercitar la mente diariamente con pensamientos correctos (Filipenses 4:8).

     Debemos asumir responsabilidad por nuestra manera de pensar y dejar de acusar al diablo por la condición en que estamos. En vez de culparlo por todo comencemos a ejercitar y cuidar nuestra mente. De esta manera tomaremos decisiones correctas que honrarán a Dios, bendeciremos a nuestro prójimo y avanzaremos en cada área de nuestras vidas.

- Omar Santiago Sepulveda 

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